A temperatura ambiente, el silano (SiH4) es un gas incoloro con un olor característico. Más pesado que el aire, puede crear ambientes asfixiantes al reemplazar el oxígeno presente en espacios mal ventilados. El principal peligro, sin embargo, sigue siendo su explosividad, que es extremadamente inflamable y puede encenderse espontáneamente al entrar en contacto con el aire. Cuando se calienta, produce hidrógeno de silicio, lo que aumenta el riesgo de explosión.
El silano se puede absorber en el cuerpo por inhalación. Si este gas se escapa de su recipiente, se alcanza muy rápidamente una concentración peligrosa en el aire. Si se inhala, el silano provoca dolor de cabeza, náuseas, tos y dolor de garganta. La rápida evaporación del líquido puede provocar congelación.