El metano (CH4) es un gas incoloro e inodoro, más ligero que el aire. Estas características enmascaran su presencia porque el metano se acumula en falsos techos y otros lugares elevados y se vuelve indetectable para el ser humano dada su ausencia de olor y color. Es sobre todo un gas extremadamente inflamable en el aire (R12) y explosivo, con límites de explosividad entre el 5 y el 15% del volumen.
El metano (CH4) no presenta ninguna toxicidad, pero en altas concentraciones es probable que reemplace el oxígeno en espacios mal ventilados. También es responsable del efecto invernadero porque absorbe la radiación infrarroja emitida por la tierra, impidiendo que escape al espacio, contribuyendo así al calentamiento global. Es uno de los 6 gases principales cubiertos por el protocolo de Kioto.